En un escenario cada vez más condicionado por el envejecimiento poblacional, el PID NOVEL “Educación, envejecimiento y universidad: el caso del Departamento de la Mediana y Tercera Edad (DMyTE) de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER” aborda una experiencia pionera en el país en materia de propuestas educativas para el sector desde la universidad pública | A partir de allí se propone repensar el lugar de los Programas Universitarios para Adultos Mayores en las políticas presupuestarias institucionales en vistas del presente y futuro inmediato | Valeria Olivetti, Rosario “Charo” Montiel y María Baigorria hablan en esta entrevista del proceso de investigación que realizan junto a Lorena Cabrol y la asesora Virginia Kummer
Por Juan Legaria en el marco de práctica curricular en la Secretaría de Investigación y Posgrado FCEDU
¿Cómo nace la idea de generar un proyecto de investigación?
Valeria Olivetti: El Departamento de la Mediana y Tercera Edad de nuestra Facultad, para quienes no lo conocen, es pionero entre las propuestas educativas generadas desde el ámbito de las universidades públicas. Lleva ya 35 años de historia trabajando, proponiendo y replanteando… A medida que avanzaba, las inquietudes fueron creciendo como también la necesidad de encontrar respuestas y desarrollos teóricos a cuestiones que, en la práctica o mediante la experiencia, íbamos resolviendo
de una manera fluida, con mucho convencimiento.
Teniendo en cuenta que el espacio se inicia con la vuelta de la democracia, el despliegue de la mirada gerontológica fue acompañando un desarrollo teórico en distintos ámbitos. A medida que íbamos haciendo ese recorrido, surgieron inquietudes, preguntas, aciertos y desaciertos, que fuimos resolviendo con lecturas. Porque la creadora del Departamento, Yolanda Darrieux de Nux, tenía la impronta de ser muy curiosa y quienes integramos su equipo absorbimos eso. No nos quedábamos con lo que se daba, sino que buscábamos cómo podíamos resolver, qué otras experiencias existían. En ese momento íbamos con nuestros pares, consultando. Charo participó en muchísimos encuentros de programas universitarios trabajando los desafíos, las inquietudes y aprendiendo con ellos.
Cuando el departamento se crea en 1984, la experiencia se replica en muchas otras universidades públicas del país. Todas con la misma impronta, en términos generales, del modelo francés de Pierre Vellas, más académica y de formación cultural, no tan recreativa.
Hacer un proyecto de investigación es algo que siempre nos planteamos: sistematizar lo que venimos haciendo, volver a preguntarnos si esto es así o no, poner en valor lo que se hizo… Darnos ese espacio, parar y tomar un poco de distancia de la vorágine. Por el departamento transitan más de 700-800 personas y tiene más de 1200 inscripciones anuales. Hay más de 70 cursos, funcionamos en más de 5 sedes. Es una estructura importante… ¡que nos “lleva puestas! Tomar esa distancia y poder repensar la práctica era algo que nos debíamos hace un montón de tiempo.
¿Cuáles son las dinámicas de grupo?
Charo Montiel: Para mí es un gran desafío, una responsabilidad que se mezcla con el deseo. No el deseo de poder resolver sino el de sumergirme en temáticas, lecturas, pensamientos, orientaciones, conceptos de mis compañeras. Algunos son más específicos de los campos que trabajan, y realmente me gusta mucho lo que pasa y lo que “me” pasa. También, como dice Valeria, es un proceso totalmente emotivo. Un volver a pasar por el corazón, como diría Galeano… Una de las temáticas que nos dividimos en la búsqueda fue indagar, como fui partícipe, en los encuentros nacionales e internacionales de los años ’80, ’90… Cuando esto recién empezaba a tomar forma. Me conmueve volver a pensar en ese pasado y mirar este presente.
En el proyecto tenemos tutora y directora -Virginia y Valeria, respectivamente- pero el trabajo se da en una línea horizontal. Tenemos mucha empatía y muy buen vinculo, creo que es muy importante. Cuando hay dudas, trato de resolverlo sola, pero a ellas, jóvenes, inteligentes, audaces y muy habilidosas, les pido ayuda, en especial en lo informático. Me siento muy contenta y a gusto con el tema que se eligió, con el material que tenemos, las explicaciones y las síntesis de lecturas son muchas y variadas.
María Baigorria: El equipo es interdisciplinar, nos permite abordar el material que trabajamos desde la mirada específica de cada una hacia el campo de la gerontología: la educación, la psicología, la comunicación… Esto enriquece mucho el trabajo.
El DMyTE y la Universidad
Valeria Olivetti: Es el pretexto que estábamos buscando todas para sistematizar lo mucho que ha hecho el Departamento. Este proyecto nace con el objetivo de evaluar el impacto social que tiene en la comunidad y darnos el debate al interior de la Universidad del lugar presupuestario-político que se le está dando a este espacio. En medio nos hemos dado muchas tareas y objetivos específicos. Entre ellos, la sistematización, en la que encontramos el “recordar” –como cita Charo de Galeano– porque vivimos esos momentos. No estamos leyendo algo que hizo otro, porque en gran parte transitamos esas experiencias. Eso pone en un lugar central el “cómo” concebimos la investigación. No es un objeto allá a lo lejos, independiente, sino que es en ese ida y vuelta que estamos construyendo saber y conocimiento. Tiene que ver con lo interdisciplinario y con ese otro que siempre está aportando desde ese lugar distinto que enriquece.
La intervención de la Doctora Virginia Kummer es estratégica para poder, además de sistematizar, evaluar el material. Ella nos da herramientas, el andamiaje metodológico para pensar las claves que nos permiten ordenar… Nos proporciona criterios, indicadores cuantitativos y cualitativos para evaluar el impacto, como nos proponemos.
El trabajo se plantea a partir del análisis documental, entrevistas y la aplicación de instrumentos de cuestionarios a los alumnos. Cuando encaramos la elaboración de indicadores cualitativos partimos de un enfoque “de Derechos” para evaluar las actividades de talleres y ponerlas en tensión con documentos y relatos de los referentes y de los mismos alumnos. De esa manera nos proponemos recuperar la voz de todos los que hacemos este espacio. Porque sabemos que nuestra mirada es acotada tratamos, en la medida de lo posible, de tomar la impronta de los alumnos, de los docentes.
Quienes estamos transitando este camino tenemos la avidez de que, en algún punto –quiero ser muy cuidadosa en usar este término– se haga “justicia” con el Departamento. Porque da mucho a la Universidad, y siempre fue el último. No se trata de nosotros, porque somos transitorios. Siendo una experiencia pionera, con referentes, sigue sin ser un renglón presupuestario y está obligado a siempre reinventarse. Condicionado por las políticas circunstanciales, las políticas de gestión, las políticas nacionales e internacionales, que si van en viento a favor estamos bien, pero en caso contrario…
Desde un enfoque de derecho, la Facultad de Ciencias de la Educación, a través del DMyTE, hace 33 años desarrolla una propuesta política pedagógica que ha desplegado diversas interpelaciones en las que el foco siempre está en las potencialidades que tiene esta etapa de la vida y ofrece el proceso del envejecimiento. No obstante, históricamente ha quedado pendiente el debate en torno a las estructuras que sostienen estos programas y las respuestas disruptivas a través de herramientas del sistema universitario de proyectos de extensión y de otros organismos nacionales, con su consecuente y exigua identidad institucional en algunos aspectos.
Siempre queda en lo retórico, en el relato, en la palabra. Y, aunque suene a concepto teórico, esto es necesario por el gran desafío que nos plantea el envejecimiento poblacional. Va a haber cada vez más viejos y el Estado, sea la Universidad pública, el hospital u otro ente, debe buscar respuestas para una sociedad envejecida. Todos estamos contentos con el Departamento, pero eso tiene que tener una traducción, en otros términos.
La composición de la población mundial ha cambiado de manera espectacular en los últimos decenios. En la actualidad, casi 700 millones de personas son mayores de 60 años. Para 2050, las personas de 60 años o más serán 2.000 millones –más del 20 por ciento de la población mundial. La misma tendencia se registra en Argentina y Entre Ríos, y ante esto, el Estado brinda diversas respuestas. Entre ellas, educativas a través de los programas universitarios para adultos mayores de las universidades públicas nacionales.
Charo Montiel: Por otro lado, existe una contradicción. El Departamento está anclado en la Universidad pública, entonces este espacio que brindamos a las personas mayores debería ser gratuito –como es para los alumnos para las carreras de grado– y no lo es. Lo planteamos con las autoridades de cada gestión de la Facultad: tratar, más allá del esfuerzo de cada uno, de que sea siempre simbólica la cuota, pero no alcanza. Sin embargo, esto ocurre también en otras universidades… Hemos trabajado mucho para que haya un reconocimiento del estudiante mayor, que tenga acceso a nuestra biblioteca, que tenga la ciudadanía, que tenga otros términos…
Hemos estudiado el Estatuto, hablado con distintos abogados de las gestiones para encontrar alguna figura, pero es muy difícil… Tiene que ver con el estereotipo, que todavía es un “duende”, de que [la vejez] es algo oscuro, peyorativo, que anda rondando y nadie quiere mirar.
No sólo nosotros, sino que todos los espacios que se ofrecen como el nuestro deben tener ese reconocimiento y ese lugar. Es preparar a los jóvenes para su vejez, que sea buena y de gran calidad de vida.
“Volver a pasar por el corazón, recordando”
Valeria Olivetti: Creo que realmente estamos abriendo una puerta. Para nosotros es un aprendizaje, y un proceso, encontrarnos con la posibilidad de repensarnos, de evaluarnos y de cuestionarnos.
Como ya dije, en la instancia inicial el trabajo fue de sistematización. Eso llevó a que por primera vez se digitalicen las memorias del Departamento como documento institucional. En base a ese corpus, la tarea es leerlas en función de las dimensiones que nos interesan analizar, cada una desde sus intereses. A partir de ahí comenzamos a trabajar en el rastrillaje cuantitativo de experiencias, alumnos, docentes, temas que se dieron, encuentros que se generaron, publicaciones que se hicieron, convenios que se realizaron. Se trata de conforma una cartografía de lo hecho en estos años.
A ese cruce le sumamos las entrevistas. Es desafiante porque es mucha lectura, y además cada una hace un aporte con sus memorias y recorridos teóricos. En simultáneo nos vamos poniendo a punto con bibliografía que nos permita agudizar la mirada en clave pedagógica, psicogerontológica, política, económica. Esto es un primer paso. Nos convocaron a participar en un Congreso Nacional de Gerontología y Geriatría donde vamos a estar contando los primeros avances. A pasos firmes,
pero cautos.
Este recorrido es para poder cristalizar esto que inquieta, que molesta, para movilizar cuestiones que puedan traducirse en acciones y decisiones políticas concretas. Nos alegra y nos entusiasma que nos vean como personas apasionadas e involucradas, pero ya no alcanza. El horizonte que nos pusimos tiene que ver con lograr un compromiso político y social. Poder pensar a la vejez como parte de un proceso que es imperioso trabajar desde más temprano, un proceso que arranca desde el momento en que nacemos; es preciso desarmar esos “duendes”, los estereotipos, los prejuicios, que uno no dimensiona cuán metidos están en las percepciones, en las representaciones, en las prácticas y en las decisiones, en las prioridades…
María Baigorria: Dejar de pensar que “el viejo” es “el otro”, porque todos estamos en ese proceso. Potenciar espacios como este permite justamente ir desandando este camino que lleva a la vejez, etapa que siempre transitamos a determinada edad. Por otro lado, las políticas públicas deben empezar a comprender a la vejez. Los pocos esfuerzos que existen desde las políticas públicas están puestos en la cuestión asistencial y no hay ningún programa de este tipo a lo largo y ancho del país. Por eso es necesario empezar a mostrar que otro tipo de laburo con viejos es posible…
Valeria Olivetti: ¡Y estratégico! Patologizar la vejez dificulta mucho anticipar, prever problemáticas. Si podemos pensarlo en espacios como este, en donde la figura del otro tiene una impronta en el proceso de subjetivación de las personas, en el proceso de socialización con un otro, estamos cambiando de lugar. Lo que planteamos es que podamos anticiparnos y que, cuando se esté transitando esa etapa de la vida, no solamente tenga que ver con lo numerable, con la enfermedad.
María Baigorria: La psicogerontóloga Graciela Zarebski tiene un instrumento para medir cómo uno piensa en la vida, en la finitud. Hay una pregunta en ese cuestionario –que se utiliza como instrumento de investigación– que dice: «Usted tiene 80 años y está parado frente al espejo: ¿qué ve?». Es una de las líneas que trabajamos acerca del preguntarse sobre la muerte.
El equipo de investigación
Valeria Olivetti
Ingresé como becaria al DMyTE hace más de 20 años. Allí trabajé en distintas líneas, y hoy coordino un grupo de trabajo con la profesora Montiel. En ese recorrido y en mi formación académica fueron surgiendo inquietudes que me llevaron a especializarme en gerontología.
Rosario «Charo» Montiel
Formo parte de este espacio desde el año 1985, casi desde sus comienzos. He crecido con él. Es un espacio que considero mi lugar de pertenencia, no solo en lo laboral sino también como entorno de mi preparación para sobrellevar la vejez. Creo que me ha ido bastante bien en ese sentido. Ingresé participando de talleres, como alumna de Yolanda Darrieux de Nux. Ella recordó que yo era “teatrera” y me convocó para coordinar un taller. Tras esa experiencia me invitó a formar parte del equipo en la parte administrativa, que entonces eran pocas personas, recuerdo que Guillermina Berio Acosta la acompañaba. En la actualidad comparto con este equipo la necesidad, y la pasión, de seguir capacitándonos, buscando respuestas y preguntas, viviéndolo como un desafío.
María Baigorria
Soy Licenciada en Psicología. Empecé a trabajar en el área en el año 2014 como tallerista de estimulación cognitiva, y continúo. En el año 2017 me sumé al equipo de investigación. Hago colaboraciones acerca de la psicogerontología, abordando situaciones con docentes o estudiantes, y también estoy inscripta en el Centro de Estudios y Prácticas del Departamento.
Impulsó la creación de la primera universidad de la tercera edad, establecida en la Université des Sciences Sociales de Toulouse, Francia, en 1973.
Psicóloga especializada en los temas del envejecer. Fue Profesora de la Cátedra de Psicología de la Vejez e Investigadora de la Facultad de Psicología de la UBA. Dirige las carreras de posgrado y grado en Psicogerontología de la Universidad Maimónides