En el marco del Día de las y los periodistas y, a través de la cátedra Corrientes del Pensamiento, se presentó un libro de la periodista Charlotte Beradt, publicado originalmente en 1966 y recientemente traducido por primera vez al español por Soledad Nívoli y Leandro Levi | Nívoli integra un grupo de investigadoras que, siguiendo a Beradt, realizaron un archivo de sueños en pandemia
El libro «El Tercer Reich de los sueños» reúne una serie de relatos de sueños de habitantes de Berlín que la autora, Charlotte Beradt, recopiló durante el periodo que va de 1933 a 1939. El abordaje que la autora hace de los sueños puede leerse desde el periodismo, la psicología, la historia, desde la teoría política. Es un testimonio de la época y una etnografía onírica. «La autora dice que hay sueños que no deben perderse, porque son el testimonio de una época y, en este caso en particular, el modo en que el totalitarismo se inmiscuye y contamina todas las relaciones sociales, y los aspectos más íntimos», introduce Franco Giorda, docente de la cátedra Corrientes del Pensamiento.
María Soledad Nívoli es psicóloga en la UNR, hizo una maestría en Literatura argentina y un doctorado en Ciencia Política. «En el fondo siempre me interesó la filosofía, se ve que no me animaba. Hasta que por suerte pude hacer una estancia posdoctoral en la Universidad de Paris VIII».
En esa estancia en París conoció a Carlos Pérez López quien, cuando ella le contó de sus intereses, muy cruzados entre el psicoanálisis y la teoría política, le recomendó un libro inmediatamente. Era el libro de Charlotte Beradt publicado en 1966 en Alemania. María Soledad fue corriendo a buscarlo a la primera librería que se le topó en el camino. En Francia, se tradujo por primera vez en 2002 y tuvo muchísima circulación, así que no le fue difícil encontrarlo.
«Me lo devoré. No podía creer que no estuviera traducido al español, no me entraba en la cabeza. Era un material demasiado valioso», cuenta. Y pensó en cómo le gustaría embarcarse en ese trabajo, hasta que esas ganas se transformaron en una necesidad. «Sabía que necesitaba un compinche, un colega, casi un cómplice para poder hacer ésto y lo encontré a Lea, por suerte, Leandro Levi, que también estudió psicología y también estudió alemán».
El problema era conseguir un editor, «alguien que quiera publicar una traducción de dos personas que no son traductoras», advierte Soledad. «Nosotros sentíamos que teníamos el estudio y el conocimiento de determinados discursos como para poder hacerlo, porque estudiamos mucho psicoanálisis y ella hace mucha referencia a eso. Yo tenía estudios en teoría política, Hannah Arendt sobre todo, y el paraguas teórico de Charlotte Beradt es ese. Queríamos hacerlo nosotros, la traducción y el prólogo».
Finalmente, colegas les recomendaron a la editorial chilena LOM, que publica y hace circular, particularmente, textos de la temática de derechos humanos. «Pusieron un voto de confianza en nosotros y firmamos un contrato para empezar la traducción, que nos llevó dos años».
Recientemente, la editorial española Pepitas de Calabaza les compró los derechos del libro y acaba de salir editado, volviendo al viejo continente con el prólogo de sus traductores del sur. Soledad lo cuenta así: «En general pasa que las cosas circulan de norte a sur, no al revés. Esto fue una suerte de minicontragolpe decolonial», se ríe.
El periplo del libro merece un capítulo aparte. Cuando estaba a punto de salir de imprenta, en octubre de 2019 estalla Chile. Finalmente, en noviembre tuvo contacto con la calle, todavía movilizada. Pero el cruce de la cordillera le costaría un poco más. Por la situación pandémica, el envío lo pudieron hacer recién a fines del 2020. Y, hace un mes, fue presentado por fin en Rosario, donde están sus traductores y la comunidad que acompañó la lectura del libro en español.
–¿Tienen alguna hipótesis del motivo por el cual no había sido traducido hasta este momento? –pregunta Franco Giorda.
–Creo que el tema sueños había quedado secuestrado, cerrado al ámbito del psicoanálisis. Dos años después de la publicación original, se tradujo al inglés con prólogo de Bruno Bettelheim que, en ese momento, ya era una eminencia en el tema del nazismo, o la Shoá, y era una eminencia también en el psicoanálisis con niños. Lo que estuvimos estudiando de las portadas en inglés es que el nombre de Bettelheim aparece mucho más grande que el de Beradt, que ni se ve. E, inclusive, el prólogo es re crítico con el trabajo de la autora; por ejemplo, dice que están sólo los contenidos manifiestos de los sueños y no las asociaciones de los soñantes. Entonces el valor, desde el psicoanálisis es poco. Eso incidió en que no haya demasiado interés, en un ámbito como el latinoamericano, que estuvo marcado por el psicoanálisis –sostiene Soledad.
Por su parte, Leandro Levi añade:
–La traducción al inglés con el prólogo de Bruno Bettelheim tuvo la intención de silenciar y no validar el trabajo. Esa es una hipótesis interesante y válida. Pero la salvedad que hay que hacer es que presenté trabajos en relación a Beradt en congresos de psicoanálisis o en reuniones y tuvo muy buena acogida.
–¿Cuál consideran ustedes que es el valor contemporáneo de ese archivo onírico? Me gustaría que amplíen esta pregunta al trabajo que están haciendo ahora, el archivo onírico de este momento, en este marco de pandemia y en este lugar en el mundo.
–Hay algo que dice la propia Beradt –responde Nívoli–. Dice que este archivo nos tendría que enseñar en el futuro algunas cosas. Tendría que ser un índice de algo que, si vuelve a ocurrir, nos está avisando con tiempo que nos tenemos que preparar porque se viene la catástrofe. Es interesante porque hay algo de lo anticipatorio, incluso hay algo de lo premonitorio en los sueños. Ella recopila sueños desde el año 33, es decir, ni bien Hitler asume en el poder, al año 39 que se tiene que exiliar con su esposo Martín Berardt a Estados Unidos. Es decir, antes de que se explicitara algo que ya venía preparándose, que es la solución final, o los campos de exterminio. Todos estos sueños estaban advirtiendo con una suerte de clarividencia, que la vida de vigilia no permitía, estaban advirtiendo que esto podía llegar a pasar.
Quizás sea complementaria la versión freudiana, psicoanalítica de los sueños, con la versión berardtiana porque ella dice que en algún momento se suspende, se cuelga la función del sueño, que sería articular algo del deseo singular y, cuando el afuera sube el volumen, cuando pasa algo que nos está ocurriendo a todos, parece que el sueño se pone en sintonía más con ese afuera que con el adentro. Parece que el sueño empieza a transmitir en esa frecuencia, en la altisonancia o los altavoces de un mundo de lo común.
Hablando con una compañera con la que estudiamos a Beradt, me comenta que estaba teniendo sueños beradtianos -los llamamos así-, donde aparecían policías, donde salía y le daba pánico no tener tapabocas, donde se encontraba en una aglomeración de personas y se angustiaba. Comentó eso y que varios colegas estaban soñando lo mismo. Y ahí surgió la idea de hacer el archivo. Llegamos a recopilar 265 sueños en pandemia y estamos armando una publicación que va a tomar la estructura del libro de Beradt como guía.
–El libro de Beradt –continúa Levi– nos enseña que no es posible escindir el sueño de una subjetividad del momento. Hay veces que la subjetividad del momento es tan opaca que no se le puede dar un trámite a eso íntimo. Justamente, el sueño es el lugar ideal donde se realiza ese trámite. Lo paradójico es que en esos sueños no hay realizaciones de deseo, nadie mata a Hitler, sino que vuelven a repetir lo mismo traumático que estaba afuera. El valor contemporáneo de este archivo es tener presente que el soñar es una actividad que también tiene que ver con lo político y con lo que pasa alrededor. No es una actividad netamente individual y que ocurre a pesar de la época.
–El único sueño tiranicida es el de un periodista. Lo cruzo con la fecha del día del periodista, que motiva esta charla, y con el hecho de que era el oficio de Charlotte. ¿Qué tienen para decir al respecto?
–Lo más increíble es que no la habíamos pensado a Charlotte Beradt en su profesión. Habíamos pensado lo que podían llegar a decir los psicoanalistas, los historiadores, los teóricos de la política, incluso, los filósofos, pero ella era periodista. Ustedes, con esta invitación, nos la presentan en esa faceta que era fundamental y que no podíamos ver. Lo del tiranicidio recordaba que era alguien que no había estado en el país, pero no que era periodista.
Entre todas las influencias del libro aparece fundamentalmente Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt. Asimismo, los traductores señalan que además del psicoanálisis, que la autora mostraba conocer, es evidente la influencia de los círculos de la vanguardia artística berlinesa de su época, es decir, la importancia de los sueños para el surrealismo, porque «los surrealistas eran los que tomaban en cuenta el sueño como un documento de algo más amplio».
Más adelante, Soledad Nívoli volvera a profundizar en el lugar del sueño:
«Hay un psicoanalista que hace el posfacio de la edición en francés, que dice que lo ominoso, lo difícil de digerir en los sueños de Beradt es que son sueños que no tienen profundidad, no tienen proceso primario y secundario. Parece que están aplastados, prensados. Por eso dice Beradt que son sueños que salen netamente del taller del régimen totalitario. Parece que no salen de la elaboración onírica, salen de ahí. Por eso decidimos mantener el título, el genitivo alemán que es el Tercer Reich de los sueños, los sueños cortados por la tijera del Tercer Reich. Cuando los sueños no son elaborados por esas tensiones entre lo interno y lo externo, deseo y realización, parece que el sueño está elaborándose en otro lugar. Está mostrando que algo está pasando afuera pero repercute primero en los sueños. Como si los sueños tuvieran esa capacidad de recibir eso que viene desde el afuera de manera mucho más lúcida que nuestra vida de vigilia. Eso también es una suerte de torsión epistemológica: el sueño sabe más, conoce mejor lo que está sucediendo».
En cuanto a la constitución del libro como un testimonio de época, también es importante agregar que la edición traducida por Soledad Nívoli y Leandro Levi incluye las notas y el posfacio de Bárbara Hahn, incluidas en la edición en alemán del 2016 en aniversario de la primera publicación. «Bárbara Hahn es una estudiosa de Hannah Arendt y de Charlotte Beradt, y realmente enriquece mucho el libro. Ella contextualizó muchas cosas, sobre textos, canciones que se escuchaban en la época, notas de contexto», señala Soledad.
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