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Nano Balbo, un cariñoso adiós al educador popular

Para homenajear al educador popular Nano Balbo quien falleció el 19 de febrero compartimos reflexiones de nuestra comunidad académica. Mariela Moreno, profesora jubilada, destaca anécdotas vinculadas con su labor. | Gretel Schneider, profesora en la cátedra de Educación No Formal y Camila Montesino, graduada de nuestra casa vinculada a ese campo, reflexionan sobre su legado | Además, volvemos a publicar el «Capítulo 427: Nano Balbo. Un maestro» elaborado por la Agencia Radiofónica de Comunicación

Defensor de los derechos humanos y la educación pública, Nano Balbo falleció el domingo 19 de febrero a los 75 años en Neuquén, donde residía. Su recorrido en el trabajo como educador popular había comenzado en 1969 cuando, mientras cumplía el servicio militar en Junín de los Andes, empezó a dar clases en una escuela anexa a la unidad militar. En esa experiencia, se nutrió de la propuesta pedagógica del educador brasilero Paulo Freire y de las perspectivas que éste planteaba en el libro Pedagogía del Oprimido para proponer una forma de enseñar que se cimentaba en el diálogo, respeto e independencia de las personas con quienes se desarrollaba el vínculo educativo.

Balbo fue militante político del peronismo, alfabetizador en la comunidad mapuche Millain Currical, docente en la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR) en Neuquén, coordinador provincial del mismo organismo y responsable del equipo de materiales para este espacio en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo). Además fue director del Centro Regional de Educación de Adultos de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNCo y docente en la misma Facultad del Seminario de Educación de Adultos y Educación Popular.

La vida del educador fue retratada en el libro “Un Maestro. Una historia de lucha, una lección de vida”, de Guillermo Saccomanno con quien mantenía una amistad. En este libro, el escritor da cuenta de las consecuencias que tuvo en la vida de Nano Balbo el secuestro a partir del 24 de marzo de 1976 cuando comenzó el gobierno militar. Como una de las consecuencias de las torturas que le infligieron, el educador popular quedó sordo. Posteriormente, gracias a la decisiva ayuda del obispo Jaime de Nevares, logró exiliarse en Roma en 1978 adonde vivió hasta el fin de la dictadura argentina.

Mariela Moreno, doctora en Ciencias Sociales y ex docente de nuestra casa de estudios, lo conoció en 1998. Mantenía una estrecha amistad con Balbo, además del trabajo académico que compartieron en diferentes instancias. Recuerda al Nano amigo, al Nano de las preguntas provocadoras, al Nano que reía a carcajadas: «ese Nano en mil registros, el Nano amigo, padre, educador, defensor de los derechos humanos, ese Nano que decía que me hayan dejado sordo no quiere decir que me calle, me dejaron sordo pero puedo pensar, puedo decir, patalear, escribir, hablar. Ese Nano que se paraba en las aulas, en los centros comunitarios, en las plazas, y podía abrir el diálogo para pensar».

Una de las grandes preocupaciones de Balbo, asevera Moreno, era revisar las prácticas en las escuelas, «que haya una educación más justa para todas y todos», plural, que permita ingresar, permanecer y egresar. En este sentido, la docente destaca que Balbo insistía «para que nosotros como maestros en las escuelas nos preguntemos qué está pasando que hay muchos que no están o que se van».

De paso por Entre Ríos en reiteradas ocasiones, estuvo muchas veces en la FCEDU en donde trabajó con diversos docentes de nuestra casa de estudios. En septiembre de 2019, en una de sus últimas visitas, encabezó el conversatorio “Los desafíos de la Educación Popular hoy”, actividad organizada por el equipo del Área de Comunicación Comunitaria y del proyecto de investigación “¿De qué hablamos cuando hablamos de Comunicación Comunitaria?” dirigido por Patricia Fasano.

Militancia, memoria, derechos humanos

Cuando se reinició la democracia en 1984 Balbo pudo regresar a Argentina y se estableció en Neuquén donde retomó el trabajo en la educación de personas adultas en una comunidad mapuche.

En el año 2012, Nano Balbo fue el primer testigo en declarar en el segundo juicio contra los represores de la dictadura cívico militar que se realizó en Neuquén. En ese proceso identificó a Raúl Guglielminetti como el que dirigió su secuestro. Su testimonio fue clave en la causa «Escuelita II» en la que se juzgaron y condenaron a 24 ex integrantes del ejército de Gendarmería, Policía Federal, Policía de Neuquén y Río Negro y de servicios de inteligencia acusados de delitos de Lesa Humanidad.

Como testigo que vivió y vio cosas aberrantes, Balbo estaba preocupado por la posibilidad de que se naturalizaran los hechos de la dictadura y el horror se repitiera. Mariela Moreno recuerda que en sus conversaciones, Nano decía que «su problema no era tanto quién había sido su torturador, sino que su problema era con las instituciones que le dieron apoyo, hay instituciones detrás de esto que habría que repensar».

Hasta siempre, querido Nano

«Estaba viendo los homenajes de distintos lugares de nuestro país y de otros países, a Nano siempre le gustó participar de algunos rituales, porque los rituales a veces te permiten ubicarte en ese lugar y no en otro», relata Mariela, y destaca uno donde entre abrazos, velitas, flores, palabras en ronda y ofrendas, entonaron «Canción de caminantes» de María Elena Walsh que, entre sus estrofas expresa: «porque el camino es árido y desalienta, porque tenemos miedo de andar a tientas, porque esperando a solas, poco se alcanza, vale más dos temores que una esperanza, dame la mano y vamos ya si por delicadeza perdí mi vida quiero ganar la tuya por decidida, porque el silencio es cruel, peligroso el viaje, yo te doy mi canción, tú me das coraje».  

 

Cuando un Maestro se va – Por Gretel Schneider y Camila Montesino Mársico

El 19 de febrero nos llegó la noticia de la partida de Orlando “Nano” Balbo, cuyo nombre nos conecta con la defensa de los Derechos Humanos y la educación pública y, sobre todo, con la historia de la Educación Popular en Argentina. Su legado, sus enseñanzas, su vida y su palabra son enormes. En estas líneas queremos reivindicar su trabajo, su militancia y su marca en el derecho a la educación de nuestro país.

En septiembre de 2019 Nano Balbo estuvo en nuestra Facultad, ofreció un conversatorio que titulamos “Desafíos de la Educación Popular hoy”. La actividad la organizamos desde el Área de Comunicación Comunitaria y lo contactamos gracias a la profesora Mariela Moreno, amiga suya que lo estaba acompañando en reuniones y charlas en escuelas y gremios en el mes de la educación de jóvenes y adultos en Paraná.
Lo conocíamos por su trabajo en la Campaña de Reactivación Educativa del Adulto para la Reconstrucción (CREAR) y por un libro que hablaba de él, de su vida y de su trabajo.

Nano Balbo impulsó y trabajó en esta campaña de alfabetización que se identifica como CREAR que comenzó durante el gobierno de Héctor Cámpora en el año 1973 y duró hasta 1975. Esta campaña era una propuesta educativa orientada a adultos y adultas y se basaba en los postulados de Paulo Freire, la teoría de la liberación y el pensamiento nacional y popular.

En el libro “Un Maestro. Historia de lucha, una lección de vida” de Guillermo Saccomanno, el escritor que había conocido a Balbo mientras compartían un calabozo siendo presos políticos en la dictadura recuperó su vida. A través del reencuentro y de varias entrevistas, el escritor pudo narrar la vida de este educador desde niño, cuando Nano acompañaba a su padre a trabajar en la organización de grupos campesinos para una reforma agraria, su paso por el ejército, su vocación de enseñar y aprender, la cárcel y una lesión de por vida en la audición. También en el libro podemos conocer sobre la proscripción, el exilio y el trabajo en alfabetización con comunidades mapuches en Neuquén.

La CREAR tenía un método de trabajo basado en la valoración de los saberes propios: “Nuestra tarea comprendía distintas etapas. La primera era alfabetizar. La segunda etapa, la operación rescate. Se recuperaban, en un trabajo de meses, los saberes que los recién alfabetizados habían elaborado por fuera de la escuela para sistematizarlos. Sumado a algún otro saber que a veces aparecía ausente, obtenían el certificado de primaria. La tercera etapa era la elaboración de materiales educativos. Salíamos a grabar historias de vida. Las desgrabábamos y las transformábamos en lectura, una lectura que retornaba a quienes habían sido los emisores de los relatos. Ilustrábamos los materiales con fotos y dibujos. De esta forma los alumnos aprendían a leer la cultura popular recuperando su propia historia. Al principio les costaba reconocerse. Pero después decían: «Esto es como lo que me pasó a mí». El reconocimiento despertaba un entusiasmo contagioso. Y entonces se borraba el «como». En síntesis, la realidad que vivían nuestros alumnos era el punto de partida del proceso de aprendizaje, su mundo, su relato, su propia historia, pero también el punto de llegada del proceso educativo. Todo este proceso culminaba en una cuarta etapa que era la constitución de los Centros de Cultura Popular, en los que la propia comunidad se hacía cargo de la educación de los adultos con el apoyo del Estado.” (Saccomanno, 2014: 70-71)

Tener a Balbo con nosotres en la facultad era estar ante quien había protagonizado el único proyecto puramente freireano que había tenido lugar en nuestro país, desde el Estado. Su planteo, lejos de estar atado a su historia -a esa historia conocida y esos ideales-, estuvo proyectado al presente y al futuro. Nos habló de criptomonedas, de computadoras sembrando dinero virtual cuando aún no habíamos escuchado nada sobre Elon Musk entre uno de los fenómenos globales que nos sobrevuelan pero que debíamos prestarle atención porque nuestra identidad, nuestra pertenencia, nuestros saberes estaban en juego. “¿Qué pasa con las monedas digitales en relación a nuestra cultura, a nuestros intereses como latinoamericanos/as?”, nos invitaba a preguntarnos.

Nos recordó la importancia de la pregunta en las aulas, en las aulas de primaria, de secundaria, de educación superior. Que la pregunta no necesita ser un problema de investigación, sino traer esa simple pregunta mientras circula el mate en clase: preguntarnos qué comemos y de dónde viene lo que comemos y que la educación popular, como proceso de negociación cultural siempre está siendo. No puede nunca ser un proceso acabado.

Le preguntamos por qué nunca había escrito sobre educación popular, sobre su trabajo con campesinos, con grupos de distintas comunidades indígenas en Neuquén y su respuesta fue muy decidida: yo no escribo, nunca quise escribir porque mi trabajo ha estado en las aulas y un aula puede estar en cualquier lugar. Mientras vamos caminando podemos ir aprendiendo y enseñando, practicando la transformación de unos y otros en el encuentro.

Cuando un maestro se va nos quedan las enseñanzas, la cercanía, la marca que queda luego de un momento (o de muchos momentos) de compartir, de conocerse, de mirarse, de escucharse.

Capítulo 427: Nano Balbo. Un maestro

Capítulo 427: Nano Balbo. Un maestro

 

Fecha: 24/2/23
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