Celina Sena, personal administrativa de la FCEDU, se jubiló recientemente después de 34 años de trabajo en Mesa de Entradas | En esta nota, a través de recuerdos y anécdotas, repasamos algunos momentos de su trayectoria, atravesada por la historia de la Facultad
Fines de marzo, principios de abril de 1988. Ese fue el momento de ingreso de Celina Sena a la Facultad de Ciencias de la Educación, en principio, de forma temporal porque se trataba de la cobertura de una licencia por maternidad en Mesa de Entradas. «La oficina estaba en el hall y el espacio estaba conformado por muchos mostradores, mamparas de vidrio. Funcionaban tres oficinas: Mesa de Entradas, Despacho y Consejo Directivo», recuerda.
Al tiempo, la decana Martha Benedetto hizo una redistribución de oficinas «por la cantidad de ingresantes que se estaban inscribiendo para las dos carreras», cuenta. Entonces, sus compañeras «la señora Nélida Michel de Cáceres, que era jefa de Despacho, y la señora Nélida Llensa, que estaba a cargo del Consejo Directivo, pasaron a planta alta» y allí empezó a funcionar solamente Mesa de Entradas.
Cuando se reincorporó Patricia Liberec, a quien estaba supliendo en su licencia por maternidad, Celina pensó que se quedaría sin trabajo. «A raíz de muchas conversaciones, presenté una propuesta para que Mesa de Entradas comenzara a atender de tarde; hasta ese momento sólo había movimiento administrativo en el turno mañana», rememora. Así fue que, en septiembre del 88, comenzaron sus funciones en la oficina definitivamente.
Recuerda a muchas compañeras y compañeros de camino: «Quien hasta el día de hoy sigue siendo mi maestra es Nelly Michel de Cáceres, una gran persona –resalta–. Aprendí mucho con ella y de ella. A pesar de que compartimos poquito tiempo en la oficina, después compartimos muchas otras tareas porque ella pasó a ser la directora administrativa».
En tres décadas y algo más de su transitar por la vida de la FCEDU, Celina dice que la marcaron, entre otros, los momentos ligados a la transición de las tecnologías aplicadas a sus tareas. Cuando comenzó a trabajar en Mesa de Entradas, manejaba un teléfono central que «era una caja de madera con un montón de perillitas en el que, de acuerdo a la entrada de la llamada, yo la derivaba a la oficina que correspondía», describe. «¡Guau! Cuando me pusieron el teléfono con los internos, que se manejaba solo…», recuerda la practicidad de aquel cambio.
Tampoco puede olvidar que para hacer copias «había una máquina de escribir, sin cinta, con un sistema de hojas triples con carbónico, donde tipeábamos los programas de las materias». Por eso, todavía tiene fresquita la imagen del día que llegó la primera fotocopiadora. «Fue una fiesta», dice. «Pero lo más increíble, que yo me acuerdo hasta el día de hoy, fue cuando el contador Bruno Opromolla, que en ese momento tenía la figura del actual secretario general, hizo la compra de un fax. ¡No te puedo decir lo que fue eso! Era una tarde de invierno, estaban Nely [Michel], Sergio Vivas y Daniel Sigura. Pasamos un fax desde la Facultad a Chile y cuando nos contestaron, fue una algarabía: saltamos y gritamos», asegura.
La FCEDU, una casa
Los cumpleaños de «no docentes» siempre fueron un acontecimiento: «Una vez al mes nos reuníamos en el Departamento Alumnos a la tarde y hacíamos una chocolatada, eso era indefectible en todos los inviernos. En la época de verano teníamos nuestro bar propio, porque en la esquina estaba el grandioso e histórico «Los Alpes». Los días de verano, en Alumnado, se llevaban gaseosas, sandwiches y maní y se festejaban los cumpleaños; eso era tradición histórica y no podía zafar nadie», cuenta Celina.
Otro recuerdo vivo es el de la proyección del nuevo edificio: «Estuve palpitando muy de cerca el edificio de Buenos Aires 389, con muchas ganas de ver el crecimiento de la Facultad. Me acuerdo desde que hicieron la compra, cuando lo demolieron, todo lo que había en ese edificio… Había un árbol muy raro en el medio, un Ginkgo Biloba. Un día llegó una gran máquina, lo sacaron y lo pusieron en la plaza de enfrente», dice en alusión a la Plaza Alvear.
También rememora la importancia del Departamento de la Mediana y Tercera Edad, sus actividades y su tradicional edificio, ubicado en la entonces Rivadavia 325, donde se hacían las fiestas de fin de año; así como la creación del Centro de Producción en Comunicación y Educación y su tecnología pionera para la época.
Entre tanto, recupera el paso de muchas personas. «Docentes de renombre han pasado por esta Facultad tan querida. Por ejemplo, Leonardo Moledo, Susana Velleggia, Octavio Getino. También gente histórica como el profesor [Ramón] Caropresi, ese abuelito que todos queremos en la mesa de luz, que llegaba con su pipa y que siempre tenía un cariño, un saludo especial para cada uno de nosotros», añora.
Celina remarca que la FCEDU «tiene algo muy, muy especial» para ella. Además de haber pasado «casi toda una vida ahí adentro», es el lugar donde estudió su papá: «Quería mucho a la Facultad; allí fue docente, hasta que falleció», comenta.
Además, hubo estudiantes a quienes llegó a llamar «mis alumnos«, porque los vio ingresar, recibirse, tener hijas e hijos. También compartió con la FCEDU la infancia escolar de los suyos: «Iban al Centenario y la pasada obligada era por el trabajo de mamá», revive.
El 20 de mayo de 2022, en el marco de su jubilación, compañeras, compañeros y autoridades de la FCEDU hicieron un agasajo para Celina en la Sala de Profesores. Allí, compartieron algunas de estas emotivas anécdotas. «Hay mucha historia en la Facultad, mucho de nuestra vida», reconoce, después de 34 años, mientras empieza a disfrutar de una nueva y merecida etapa.
Fecha: 6/6/22