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Recuerdos del Viejo

Daniel Sigura entró a trabajar en la Facultad de Ciencias de la Educación en 1965, cuando todavía era parte de la UNL. Fue jefe de Servicios Generales, es decir, hacía de todo: desde manejar el mimeógrafo hasta la construcción de muebles. También participó del Consejo Directivo y estuvo involucrado en momentos históricos decisivos. Decía que cuando se jubiló fue uno de los días más importantes de su vida: «Sentí que había cumplido con la Facultad y conmigo». Fue en 2005, siendo jefe de Mantenimiento.

«Algunos estudiantes se convirtieron en grandes amigos», decía también Daniel. Belén Cacik, que fue estudiante durante los 90, lo recuerda así: «Era un hombre de mirada honesta, transparente, más allá de esos ojos azulados que tenía, que eran clarísimos. Callado, simple, pero sabio. Tenía un modo tan especial de ser, que rápidamente lo querías. La Facultad era realmente su segunda casa y todos éramos pequeños hijos de él. Y nos reconfortaba sentirnos así, era protector. Nos comprendía a los estudiantes, aún en los 90 donde las tomas y asambleas eran casi una moneda corriente. También sabía poner límites. Tenía un gran llavero, con las llaves de todas las sedes y del edificio principal, que las conocía a la perfección. Cuando él se acercaba, lo sabíamos por el ruido de ese Gran Llavero y sabíamos que era la hora de cerrar la Facultad, que la asamblea se había hecho interminable. Más de una vez se hacían las 10 de la noche. Y por ahí se sentaba a escuchar de qué hablábamos, le interesaba. Pero sólo hablaba si le preguntabas. Tenía un caminar apenas encorvado, cruzaba las manos y se las frotaba como cuando hace frío». 

Mónica Hergenreder recuerda que don Sigura fue su primer jefe como personal de ordenanza: «Me recibiste con mucha alegría, fuiste una gran persona, un amigo, compartimos muchos años de facultad, grandes momentos de alegría, de tristezas. La verdad siento mucho tu partida».

«Viejooooo, así lo llamábamos todos a Daniel Sigura», dice Celina Sena: «Un hombre que va a quedar en la memoria y el corazón de todos los que pudimos y aprovechamos de su generosidad como hombre, como el viejito, compañero, siempre te estaba ayudando, guiando». Celina destaca que, además, ella tuvo «la suerte de que él también conoció a mi papá, que fue uno de los iniciadores de la Facultad –[nota de edición: de la segunda etapa, cuando la FCEDU se reabre en 1952]–, cuando se cruzaba el río Paraná en lancha. Aquellas lejanas historias que quedaron en el recuerdo de muchos, él se las seguía contando a todos los No Docentes que seguíamos entrando. Estará en el corazón de muchos».

Yolanda Matiacci refuerza: «¿Qué decir del Viejo? Como le decíamos nosotros…. Un grande. Nos enseñó a querer a la Facultad, a juntarnos, a celebrar la vida, a festejar nuestro día, porque el sí que llevaba en su corazón ser No Docente. Estar presente en las marchas, en reclamos salariales, con los alumnos, con docentes y siempre con una sonrisa y con el tintineo de llaves para que dejemos de trabajar. Hoy se nos fue el Viejo y eligió el día del periodista, un dolor muy grande. Por siempre Dani en mi corazón».

Entrevista realizada a Daniel Sigura en 2018, en el marco del proyecto transmedia «La foto salió movida», sobre la historia de la Facultad.

 

 

Fecha: 8/6/21
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