En el marco de los 100 años de la Facultad de Ciencias de la Educación, la reconocida investigadora y pedagoga Adriana Puiggrós ofreció una conferencia titulada “Cuestiones de la educación, ayer y hoy” a través del canal de YouTube de la FCEDU | Referente a nivel nacional y latinoamericano, tal como señaló la decana Gabriela Bergomás en la presentación, Puiggrós también ha sido relevante para la historia de nuestra casa de estudios, integrando la comunidad académica de la FCEDU durante diez años | Repasamos los puntos más importantes de su disertación
Adriana Puiggrós se desempeñó entre 1987 y 1997 en el área de investigación, en el departamento de pedagogía universitaria, como docente de grado y posgrado. Aportó especialmente a la consolidación de las primeras propuestas de posgrado de la FCEDU. Dirigió el Centro de Investigación en Educación y Prospectivas, propiciando la integración de la FCEDU en el Programa Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa en América Latina (APPEAL) fundado por la Universidad Autónoma de México. Pero además, tiempo antes, también fue alumna de la Facultad.
Cuenta la anécdota: «Cuando a raíz de la dictadura de Onganía se intervienen las universidades, yo estaba terminando la carrera de Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires. Había una posibilidad en la Universidad del Litoral, con lo cual pedí un reconocimiento de materias, me las reconocieron y cursé el Seminario de Tesis haciendo un trabajo sobre la deserción escolar en base a una experiencia en la cual participaba. Me especialicé en toda aquella época en ese tema. De alguna manera quedó atrapada la finalización formal de la carrera, por el pasaje de la Facultad desde la Universidad del Litoral a la Universidad de Entre Ríos. Es decir, formalmente terminé la carrera en la UBA, pero podría decir que en realidad hice las dos carreras. No quería dejar de contar esta anécdota porque es algo que también me suma a la emoción de hoy».
Puiggrós remarca que desde su fundación, la actual FCEDU fue muy importante porque fue la primera Facultad de Ciencias de la Educacion del país y significó el reconocimiento de la educación como un campo de conocimiento, merecedor de un campo especial para su enseñanza y para su investigación. Hay más para recalcar: «Siendo la Universidad del Litoral la primera universidad fundada después del movimiento reformista, es una universidad hija del reformismo. Es decir que es un espíritu que siempre va a predominar en la UNL y que va a ser heredado por la UNER. Es muy importante verlo como algo que está en el ADN, también el hecho de que sea fundada durante el gobierno de Irigoyen. Vale la pena recalcar el espíritu reformista porque la pandemia no afecta las banderas de la reforma ni la gratuidad que el peronismo establece para las universidades«.
Cuando nos preguntamos cómo va a ser la educación después de la pandemia, una pregunta que se repite y muestra una preocupación, «lo que nos gustaría plantear –afirma Puiggrós– es que, seguramente, van a cambiar muchas cosas pero hay principios que no tienen por qué ser afectados y que tenemos que subrayar. La libertad de cátedra, la autonomía responsable, el cogobierno, la gratuidad de la educación superior así como la modificatoria de la ley de educación superior votada en 2015, no cambian y son principios que hay que reforzar. Y hay que sostenerse en esos principios durante y después de la pandemia«.
La modificatoria de la L.E.S. estableció la responsabilidad principal del Estado y la gratuidad en la educación superior, el ingreso irrestricto –promoviendo cursos de ingreso, nivelación y orientación vocacional–, la rendición de cuentas por parte de las universidades y, fundamentalmente, la no comercialización o mercantilización de la educación superior. El proyecto de modificación fue impulsado por la propia Puiggrós como diputada nacional y convertido en Ley de Implementación Efectiva de la Responsabilidad del Estado en la Educación Superior a partir de la aprobación del senado en octubre de 2015.
El papel de las universidades en tiempos de pandemia
«La Argentina es una región estratégica por eso es que vienen por los acuíferos, por las riquezas mineras y por las agropecuarias. También vemos avanzar intereses financieros sobre el campo educativo, sobre las universidades públicas. Vemos avanzar la tercerización y cómo funciones de la universidad pública son tomadas por el sector privado. Y en ese sentido es que el término autonomía se refuerza, el CIN lo ha recalcado con la idea de la autonomía responsable: no solamente debe ser pensada como en 1918 respecto a los gobiernos de turno, sino también respecto al mercado«, remarca la especialista.
Según Puiggrós, durante los últimos 20 años las universidades nacionales se han sostenido frente a campañas de desprestigio, frente a los discursos que aseguran que las universidades significan un gasto inútil: «Han tenido la dignidad de sostenerse como espacios de producción de conocimiento y transmisión de la cultura». En ese sentido, subraya una enorme virtud de las universidades nacionales en relación al federalismo: «Su autonomía ha permitido fortalecer regiones y provincias, comunidades intelectuales, de científicos, desde el norte hasta el sur. Las universidades son un baluarte frente al centralismo porteño y al problema que se repite a lo largo de nuestra historia que es la confrontación de la debilidad estructural de muchas provincias y la concentración de la riqueza en la capital. El conjunto de las instituciones de educación superior constituyen puntos muy importantes de sostenimiento del federalismo. Y si queremos avanzar en federalismo, tenemos que pensar al federalismo en educación de una manera nueva».
En este sentido, Puiggrós señala que es necesario sostener un sistema de educación superior y no retroceder al aislamiento de las universidades, pues debilita regional y localmente. «Un sistema de educación superior comprometido con el desarrollo nacional y de la región en sentido latinoamericano, coordinado, fortalece la soberanía».
Un segundo punto, que señala la investigadora, es el avance tecnológico «desigual y combinado»: «La pandemia ha acelerado el aprendizaje tecnológico. Los docentes de todos los niveles han salido de una manera admirable a aprender y utilizar la tecnología, encontrando una respuesta maravillosa por parte de los alumnos. Las autoridades universitarias han tomado la decisión de poner en marcha sistemas virtuales con la magnitud de lo que significa pasar una institución entera de la presencialidad a la virtualidad. Todo esto ha sido un esfuerzo muy importante después de cuatro años en los que se habían interrumpido los grandes programas desarrollados antes. Si el programa Conectar Igualdad no se hubiera interrumpido, a esta altura casi todos los estudiantes y los docentes tendrían una computadora. La interrupción de éste y otros programas significó profundizar la desigualdad».
Allí Puiggrós apunta al papel fundamental de las universidades en la apropiación de la tecnología «para que la tecnología no se apropie de nosotros». «Cuando advertimos que el mercado avanza sobre la educación, tenemos que advertir también que es posible que el mercado avance tanto que quedemos subordinados a las reglas y el lenguaje del mercado», sostiene. «Yo creo que tenemos que lograr que la tecnología sea un instrumento nuestro. Es posible hacer el esfuerzo por el desarrollo de tecnologías propias».
Las universidades también han prestigiado la ciencia en pandemia: «Hoy gran parte de las personas esperan y confían en el resultado de la ciencia. Aplauden, felicitan y agradecen al personal sanitario, que ha sido preparado por las universidades. Quienes entienden la necesidad de cumplir las medidas sanitarias y entre todos sostener medidas que permitan enfrentar a este enemigo en comun, también comprenden que el COVID 19 ataca a toda la humanidad vaciando de contenido las teorías racistas, homofóbicas y machistas entre otras racionalizaciones de la opresión. Hoy todos entendemos que somos humanos, que pertenecemos a la humanidad. Y se han abierto muchos foros en las universidades donde hay nuevas discusiones antropológicas, sociológicas y pedagógicas acerca de este tipo de problemas, en donde se abre la posibilidad de un pensamiento distinto«.
Una pregunta que existe desde 1918 es qué relación hay y debe haber entre la universidad y la sociedad. Puiggrós sostiene que se han dado pasos muy importantes: «Esa es casi una pregunta del siglo XX. En el siglo XXI se han dado avances concretos en esta vinculación». Como ejemplo, aparece la experiencia argentina sobre la vacuna para el coronavirus «donde hay intervención de las universidades de Quilmes y San Martín, universidades jóvenes, en asociación con el privado, pero donde el sector público tiene un rol protagónico y no se borran las fronteras. Es una muestra de algo regulado por el Estado y que significa un avance científico que es crucial en este momento y que se suma a muchos otros de otras universidades y países».
Deudas y preguntas para lo que viene
Adriana Puiggrós termina la conferencia con el planteo de «un problema y tres preguntas para pedagogos, científicos sociales y psicoanalistas»: «Un reto que las universidades todavía no han tomado suficientemente es cómo formar a los trabajadores del siglo XXI. Con el avance enorme de la virtualización, a raíz de la pandemia, nos vamos a encontrar con muchísimos nuevos puestos de trabajo que van a ser virtuales. Tenemos que hacernos cargo de esa situación y trabajar al mismo tiempo para que no se pierda la humanidad, la presencialidad, para que las personas podamos seguir estando en contacto, para que siga habiendo comunidad universitaria y de trabajadores. Eso es algo que deben pensar las universidades».
Las tres preguntas que va a dejarnos son: «¿Cuál es la fuerza de las micropolíticas neoliberales omnipresentes en el campo de la subjetividad? Durante los gobiernos democrático populares latinoamericanos de la década pasada, las políticas estatales fortalecieron la educación pública pero al mismo tiempo hubo procesos muy decisivos de penetración a través de micropolíticas neoliberales en el campo de la subjetividad. Un primer problema más que pregunta, que quiero dejar».
La segunda: «¿Por qué el discurso neoliberal fue eficaz en la configuración de subjetividades en parte de la comunidad universitaria y educativa?». La tercera: «¿Qué ocurrió en el registro de la herencia, por qué las nuevas generaciones tienen dificultades para apropiarse del pasado y muchas veces se conforman con el presente? Pero con pérdida del concepto de esperanza o de creación. La secularización de estos dos conceptos, ¿significa su pérdida? ¿Cuán imposible es la educación, en el sentido psicoanalítico del término imposible? Tal vez dejó de ser imposible y entonces estamos en un problema, porque la imposibilidad significa el no cierre. Significa que la transmisión de la cultura de una generación a la otra no es cerrada, no es absoluta y deja muchos caminos abiertos para la educación. ¿Qué es lo creativo que podemos obtener desde una situación tan trágica como la que estamos atravesando?».
Nota: Rocío Fernández Doval – Área de Comunicación Institucional
Fecha: 24/09/20