Es Profesora en Ciencias de la Educación por la FCEDU y cursó sus estudios en tiempos de la dictadura | Desde aquella vivencia estudiantil hasta la militancia por una formación y una práctica docente que no se escinda del cuerpo, la experiencia de Alejandra Morzán, en primera persona
Alejandra Morzán es oriunda de Avellaneda, una localidad del norte de Santa Fe, y estudió Ciencias de la Educación en la FCEDU entre 1978 y 1983. «Obtuve mi título en abril del 84, es decir que, como se puede notar, cursé prácticamente toda la carrera durante la dictadura, con todo lo que esto implica. Fui construyendo mi oficio de estudiante con compañeros y compañeras, fue prácticamente mi otra formación durante la carrera. Son vínculos que sostengo hasta hoy. Nos encontrábamos con nuestras preguntas, nuestras inquietudes, deseos, con otras lecturas y esa formación acompañó, a manera de contraste a la otra y fue muy importante. Allí pronunciábamos las palabras prohibidas, las problemáticas que no se podían abordar en las aulas, las preguntas que no se podían hacer», relata Alejandra, como carta de presentación.
En el 82 por fin comenzaron las incipientes actividades con el centro de estudiantes y Alejandra se sumó a militar. «En el 83 se produjo el recambio de, prácticamente, la totalidad de los profesores. También haberme encontrado teniendo compañeros y compañeras que habían quedado cesantes, que habían estado presos o que habían estados exiliados. O que porque habían colocado un kiosco o una librería en esos tiempos, no habían podido continuar sus carreras… haberme encontrado esto en los últimos años de mi formación fue muy importante», vuelve a remarcar.
Una anécdota –le dice Alejandra y la introduce a continuación–: «Me enteré de que existía un tal Paulo Freire en el 83, en el quinto año de la carrera. Las palabras analfabetismo, pobreza, injusticia y Latinoamérica y todas las que uno se pueda imaginar, eran palabras prohibidas».
Esa función de estudio propio, que fueron gestando entre compañeras y compañeros, dice que, de alguna manera, la acompañó siempre: «En lo que se refiere a mi formación posterior podemos decir que hay un fuerte componente de autodidactismo. Hice cursos de posgrado, sí, y muchísimas otras instancias de capacitación que fui eligiendo en torno a lo que me inquietaba, a mis afanes. Iba eligiendo en qué iba a ir capacitándome y con muchísimas lecturas y búsquedas propias, que al decir propias no son individuales: siempre fueron en dialogo con amigas, con amigos, con colegas».
Hay muchos estudios e investigaciones que confirman la importancia de partenaires, de acompañamiento en el trayecto de formación: «Esto yo lo viví en carne propia. Si me sostuve en la Facultad, en esos difíciles tiempos, fue por esto».
Inicios en un mundo laboral fundacional
Al recibirse, ingresó a una escuela secundaria de San Lorenzo, cerca de Rosario. «Allí empezó mi vida laboral. También trabajé en una universidad privada durante ese año. En el 86 ya me fui a vivir y a trabajar como docente en Formosa». Y esa fue la experiencia que resalta como fundacional: «Trabajé en una escuela que estaba situada en un pueblo, una zona rural, en contexto de de plurilingüismo. Se hablaba básicamente el guaraní en las familias. La realidad del monte, la ruralidad y el plurilingüismo me conectó con algunas vivencias de mi infancia».
En Formosa también empezó a trabajar en la carrera de Ciencias de la Educación de un instituto en la ciudad de Pirané, «quequedaba cercana al pueblo donde yo vivía». «Cuando comencé a trabajar en formación docente, me dí cuenta de que tenía que volver a estudiar. Lo que le agradezco a la Facultad, a pesar de todos los pesares, es la filosofía y algunas obras de literatura. Nosotros fuimos a la fuente, no es menor haber leído a Kant, Descartes, no leer sobre Aristóteles o Sartre o sobre Heidegger, sino haberlos leído a ellos. Entonces cuando empecé a trabajar en formación docente, si bien en muchas cuestiones tuve que volver a estudiar, el haber ido a la fuente me dio como una matriz muy importante que me permitió actualizarme, diría, sin grandes dificultades».
Otra anécdota: cuando comenzó en la FCEDU, Alejandra venía de estudiar otra carrera en Santa Fe, donde a pesar de la dictadura, había leído muchísimas obras de Piaget. «Cuando llegué a la Facultad de Paraná, nada más ni nada menos que Piaget y Freud estaban prohibidos, así es que se imaginan lo que era la formación en psicología en ese momento«.
En los siete años en Formosa estuvo autoformándose: «Fueron años muy fuertes, muy importantes: como entrar a un territorio desafiante y como conciencia de la necesidad de que tenía en cuenta la realidad plurilinguística y pluricultural, o no podía enseñar. Esto marcó fuertemente mi inicio en la trayectoria laboral».
Trayectoria laboral
En el año 93 volvió a Avellaneda «y desde entonces, continúo con mi experiencia de formación docente. Este ha sido mi ámbito, mi lugarcito en el mundo en lo laboral, en un Instituto importante en el radio del norte de Santa Fe que es el Instituto Superior del Profesorado Nº 4″.
Trabajó también en el Instituto de Educación Popular Incupo, es decir, «en el campo de la educación popular y en el campo de la educación rural. También haciendo colaboraciones puntuales a las CEFAS, con las pedagogías de la alternancia. Y durante varios años con equipos en capacitación rural con docentes en la provincia del Chaco».
«Estas experiencias fueron muy fuertes para mí y me obligaron a ir pensando todo lo que iba haciendo. Y cuando digo pensar lo que iba viviendo y haciendo, para mí esto tiene una fuerte conexión con la escritura que es algo con lo que me fui encontrando durante mi recorrido laboral y a lo que me dediqué», cuenta Alejandra. «Tuve la suerte de que en el Chaco resolvieran publicar mis libros, primero una librería editorial y luego el mismo Ministerio de Educación del Chaco. Los dos libros que tengo de autoría propia personal fueron instancias que me permitieron recorrer varias provincias del país, conectarme con otras realidades y seguir nutriéndome en términos de formación».
En la provincia de Santa Fe y también en el Chaco fue convocada para hacer trabajos de carácter curricular. Participó en equipos de diseño curricular –»un enorme desafío», destaca–. Trabajó, en equipo e interdisciplinariamente, con técnicos y con ingenieros agrónomos así como con médicos: «Concibo la interdisciplinareidad como este espacio que se puede generar en términos de diálogo en torno a algo común que nos convoca un hacer, esto fue también una experiencia muy fuerte en mi trayectoria laboral».
En ese sentido, Alejandra se detiene a resaltar lo grupal, otra vez: «Para mi lo grupal no es una cuestión ni instrumental ni incidental, en lo que se refiere a la formación en las prácticas. Yo concibo a la formación en el campo de las prácticas sustancialmente integrando esta dimensión de lo grupal y también la dimensión lúdica»: «el cuerpo, el registro de lo corporal, de lo vivencial, de lo afectivo, de lo existencial, de lo interdisciplinario , de lo político, profundamente político. Estas cuestiones aparecían como escindidas, fragmentadas en las prácticas escolares y de formación. Siempre mi búsqueda fue cómo hacer para integrarlas».
Alejandra cuenta que dio con el grupo Ecos, que surgió en la Universidad de Quilmes y luego se autonomizó y que hasta hoy día sigue ofreciendo propuestas lúdicas: «con un compromiso explícito en términos políticos, muy claros en términos epistémicos y muy fuerte en términos de trabajo en territorio con las comunidades, los barrios. Su referente es el actual director del colegio Sarmiento de Buenos Aires. Yo me formé con ellos y a partir de ahí fui integrando la dimensión lúdica y grupal en la enseñanza y en la formación. Y sigue estando en mi gran afán y en mis escrituras».
Su actualidad
Se acaba de jubilar del sistema educativo como profesora. «Sin embargo, tomé la decisión de continuar mi función docente en las Practicas Docentes III del Profesorado de Educación Primaria en Paraná. Soy profesora titular allí y en la Facultad de Humanidad y Ciencias Sociales de UADER, lo que me implica viajar con regularidad a Paraná»
También está trabajando con una Red de Prácticas en el norte santafesino formado por 14 institutos de Nivel Superior: «es realmente un proyecto que valoro muchísimo porque nació de carácter horizontal, itinerante, colaborativo, con una visión profundamente territorial y geopolítica de la educación y que logramos crear y sostener y continuar trabajado aún en este tiempo de pandemia».
Por otro lado, fue convocada por el Ministerio de la Provincia de Santa Fe para ser referente del norte, en lo que se refiere a las prácticas ante INFoD (Instituto Nacional de Formación Docente).
«Concibo mi docencia en las aulas, en las calles, en la escritura», destaca Alejandra. «Si algo acompañó toda mi trayectoria laboral fue esa fuerte convicción de la politicidad de las prácticas. En las calles por luchas gremiales tan necesarias para la defensa del trabajo docente, en luchas ambientalistas tan necesarias para nuestra vida común y hoy por hoy en las luchas contra el patriarcado y las causas feministas y disidentes, que hoy nos están convocando fuertemente».
Durante los últimos años está trabajando en los cruces entre arte y educación, con algunas experiencias y escrituras.»Hay experiencias que estamos haciendo en lugares públicos, en términos de intervención, que requieren de una nueva conciencia de cómo nos concebimos educativamente».