Es Profesora en Ciencias de la Educación y el desempeño laboral la llevó a vivir en San Francisco, Córdoba | Su trayecto está atravesado particularmente por la formación docente y una problematización constante de la figura del docente como sujeto político | Su experiencia, en primera persona
Natalia Fabre empezó a cursar el Profesorado de Ciencias de la Educación en 1999. «Cuando Larrosa habla de la experiencia, yo me voy a mi experiencia de paso por la Facultad: es algo que te tumba y te transforma, que te hace ser diferente a lo que eras. Ser diferente en relación a que descubrí todo un mundo nuevo a partir de la lectura de autores que me trastocaron como Bourdieu, Gramsci, sobre todo de la sociología de la educación, me conmovió mucho».
Dice que la experiencia de venir de San Justo, Santa Fe, vivir con compañeras, aprender a convivir, a «arreglársela sola en una ciudad», la implicaron como a cualquier estudiante, pero además la llegada a la Facultad la obligó a «romper con ciertas estructuras»: «Teníamos como profe a Nina Landreani y ella nos permitió ver la realidad de una manera que nunca la había visto. En primer año en la materia Conocimiento de la Realidad, primer cuatrimestre, empecé a ver y sentir las cosas, mi realidad, el contexto social nacional de una manera extraña a cómo la había mirado hasta entonces. El acercamiento a autores, el escuchar los debates, las experiencias de los docentes, conocer lo que transitás en las instituciones».
La política como herramienta de transformación
«Mi formación estuvo marcada por un momento nacional y provincial bastante complejo, un contexto atravesado por una profunda crisis económica, social y política, en relación a la desconfianza en torno a la política. Desde la Facultad fui abrazando la posibilidad de pensar la política como una herramienta de transformación y desde ese lugar participé mucho, no desde el Centro de Estudiantes mismo pero sí participaba de las actividades que se planteaban en el CEFCE, entonces me nutrí y me formé a partir de participar en apoyo escolar en los barrios, de ser parte de proyectos que la facultad llevaba a cabo», cuenta Natalia.
En cuarto año, participó de un proyecto coordinado por Arturo Firpo que se llamaba «Por un urbanismo integrado», «donde con otras compañeras de la facu trabajamos con estudiantes de Trabajo Social que estaban haciendo sus prácticas en el Colegio Nacional». Natalia cuenta que no era «de mucho hablar, pero sí era de escuchar», y en ese espacio empezaron a trabajar en talleres, a desnaturalizar la sociedad y algunas prácticas sociales. «Aprendí mucho en el aula pero aprendí mucho en la calle, eran años en que mis compañeros que eran docentes ya salían a batallar o a luchar en la calle, aprendí que los derechos no se negocian, aprendí que detrás de todo derecho hay luchas», asegura.
Primeros pasos y nuevas experiencias
Sus primeras experiencias laborales fueron como tutora en la Escuela del Centenario de Paraná y luego en el Proyecto «Cine Maestro», coordinado por Carina Rattero. «Me permitió viajar por la provincia, me permitió escuchar a conferencistas, pensar la vinculación entre la educación y el cine, la formación, las prácticas docentes. Siempre fui muy inquieta y me gustó estar en muchos lugares, mientras estaba trabajando en Victoria, en Paraná trabajé en la escuela Neuquén y en la escuela Guadalupe que esta en el barrio La Floresta. Realmente me nutrí y aprendí mucho de esos diferentes contextos y paisajes escolares atravesados en muchos casos en situaciones de desigualdad de pobreza». Además, trabajó en la cátedra de Pedagogía y Didáctica en UADER.
En el año 2009 tuvo una oferta laboral en San Francisco, Córdoba, «cerca de donde vivía mi familia y opté por trasladarme, con toda la experiencia a cuestas que había sumado». Natalia señala que siempre estuvo muy vinculada a Profesorados de Nivel Medio: «Es una apuesta ética y política trabajar en la formación docente en tanto y en cuanto estamos formando a los sujetos que van a estar en las aulas después formando a otros y desde ese lugar participé en diferentes espacios, vinculados a la formación mas general de los profesorados como Pedagogía, Didáctica, Filosofía y Educación».
Trabajar en las prácticas docentes fue una experiencia que, según Natalia, le permitió «aprender más de lo que enseñaba». Además, trató de trasladar su propia experiencia, «esto que a mí me había marcado, que uno no sólo aprende en el espacio cerrado del aula, sino también participando e involucrándose en proyectos colectivos».
También participó de diferentes proyectos de investigación, proyectos de mejora institucional, «que buscaban retomar alguna problemática del profesorado y construir conocimiento en torno a eso».
En el 2015, Natalia y sus estudiantes participaron de una propuesta que fue convocada por el Área de Educación y Derechos Humanos del Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD), que se llamaba «Los derechos humanos en clave de formación docente»: «Era una acción por mes en la que teníamos que vincularnos con los derechos humanos de manera multidimensional. Hicimos talleres con los sextos años de las escuelas públicas donde trabajamos la noche de los lapices, talleres con una escuela secundaria con orientación en arte para poder planificar juntos un mural colectivo, donde podamos visibilizar la memoria y los derechos humanos. Hicimos el mural con chicos del secundario y estudiantes en formación docente, llevamos a cabo paneles y talleres sobre Malvinas, sobre la educación en tiempos de dictadura, recuperamos el tema de la justicia y las causas de Lesa Humanidad sobre todo en la megacausa La Perla».
En este sentido, Natalia Fabre hace hincapié en la importancia de pensar al «docente como un sujeto político»: «Cuando se abre para pensar la historia y para pensar los procesos sociales que circundan en instituciones educativas, la mirada en relación a lo que pasa al interior de la escuela es mucho más rica, más compleja, mucho más caótica y conflictiva. Desde ese lugar aprendí un montón, aprendí mucho como docente y creo que eso me dio la Facultad de Educación».
Los afectos y aprendizajes
«En mi familia fui una de las primeras en irme a estudiar y la primera en llegar a tener un título universitario, con todo lo que implicaba eso en mi familia. Fueron años muy duros, mi papá era empleado en una fábrica que también sufrió los embates del liberalismo en los 90, nos tuvimos que trasladar a otra cuidad porque la fabrica cerró. Mi familia siempre me sostuvo en todo sentido, no solo en términos económicos sino emocionales», cuenta Natalia.
Y en el rescate de quienes hicieron posible su tránsito por la Universidad, también recuerda a sus compañeras «con las que todavía, a pesar de que pasaron casi 20 años, sigo conectada, seguimos conectadas por las ideas, la ideología, los valores que compartimos. En gran medida, esos valores tienen que ver con lo que nos dejó la Facultad, es un posicionamiento político frente a la tarea de enseñar que se forjó en ese espacio«.
Actualidad laboral
Actualmente, Natalia Fabre se está desempeñando en tres instituciones de educación superior, de formación docente. Aparte trabaja para el Instituto Superior de Estudios Pedagógicos (ISEP), una institución que depende del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba y brinda capacitación y formación a estudiantes que están transitando los últimos años de la carrera: «Brinda seminarios vinculados a pedagogía y cultura y brinda formación a docentes que ya están recibidos. Es una propuesta que combina la virtualidad con la presencialidad y es todo un desafío nuevo en relación a los espacios de formación virtuales».
Para terminar, Natalia señala que «la formación que hemos tenido como profes en Ciencias de la Educación nos habilita y nos seguirá habilitando a descubrir otros espacios, otros mundos y a potenciar los encuentros con otros: eso es lo mas interesante de la formación y de la práctica docente».
Producción general: Belén Cacik