En el marco del proyecto de Incentivo e Innovación a la docencia “Comunicación, Cultura y Memoria social”, presentado por la cátedra Comunicación y Cultura, estudiantes del tercer año de la Licenciatura en Comunicación Social realizaron visitas guiadas al Museo de la Memoria y a la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, de la ciudad de Rosario
Por Gabriela Álvarez, docente de la cátedra Comunicación y Cultura
En un primer momento, el amable recibimiento en el Museo de la Memoria de Matías Cabezuelo, integrante del área de Educación, hizo a conocer a los estudiantes la historia de la
casa señorial que desde 2010 alberga al Museo y que durante la última dictadura cívico militar estuvo ocupada por el Comando del Segundo Cuerpo de Ejército. Esta división del Ejército había instalado en el edificio su base burocrática y operativa, y azoló con su accionar represivo la región conformada por seis provincias argentinas: Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Formosa y una parte de la provincia de Buenos Aires. Si bien la casona emplazada en pleno centro rosarino no funcionó como centro clandestino de detención, fue lugar de tránsito de detenidos ilegales durante ese régimen de terror y hasta sus puertas llegaron familiares de detenidos-desaparecidos, con la esperanza de obtener información sobre el destino de sus seres queridos.
Entre las obras visitadas que se encuentran dentro de la muestra permanente del Museo, destaca la Memora, un mueble de 3 metros de alto, que podría asociarse a una “máquina del tiempo”. Con una estructura de madera, consta de una manivela que, al accionarla manualmente, hace girar una tela de 8 m de largo que contiene relatos que sin sucesión cronológica van narrando 500 años de despojo, genocidios y violencias institucionales ocurridas en América Latina. Su autor, el rosarino Dante Taparelli, insiste en que hacer memoria implica un esfuerzo, un trabajo de tomar conciencia, por eso el mueble actúa como un objeto heredado que mecánicamente actualiza un legado trágico.
También emplazado en el hall principal, se halla un mural que muestra una línea de tiempo con hitos de la historia de la memoria en Argentina, ensamblando afiches de tamaño A3. La articulación de los vaivenes de la historia de memoria, verdad y justicia se expone con caricaturas y fotos intervenidas de personajes y una tipografía que sintéticamente rotula hechos relevantes como el surgimiento de organismos de DDHH, el juicio a las juntas militares, las posteriores condenas a genocidas en juicios de lesa humanidad, etc. Debajo de esta línea del tiempo, unos monitores transmiten fragmentos de imágenes televisivas efectivamente emitidas por los canales de aire durante la dictadura, envolviendo al visitante en un clima de época que le deja percibir aquel horizonte de lo decible y mostrable, según los limites prescritos por el orden instaurado por el terrorismo de Estado.
Además, la obra Reconstrucciones (acerca de los centros clandestinos de detención), la instalación dedicada al recuerdo de los socios detenidos desaparecidos de la Biblioteca Argentina, la ronda de Madres, el patio de Abuelas (con el rompecabezas mural que se actualiza cada vez que un nieto apropiado restituye su identidad), fueron algunos de los espacios visitados con el interés de que en cada vivencia se pusieran en juego la sensibilidad y la reflexión que produce la mediación del arte para apropiarse y reinterpretar la memoria social.
En un segundo momento, el grupo de la FCEDU se dirigió hasta el barrio La Tablada y conoció las instalaciones y la rica historia de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil.
Gracias al cálido acompañamiento en el largo recorrido que brindó la historiadora Carolina Zoppi, los y las estudiantes de Comunicación y Cultura pudieron comprender el legado de construcción colectiva e identidad barrial que la Vigil mantiene vigente hasta la actualidad. Apoyada en la historia social y cultural, Zoppi reseñó los comienzos comunitarios de la institución durante la década del 40, que se creó como una asociación vecinal y luego fue creciendo en la década del 50 y 60 a partir de la biblioteca y de la famosa “rifa de la Vigil”, mecanismo que financiaba las actividades y servicios sociales, educativos y culturales, siempre atendiendo las necesidades y propuestas de una población trabajadora radicada en la zona sur de la ciudad, lindera al puerto y al frigorífico Swift.
En la década del 60, la autonomía económica y cultural de la Biblioteca permitió desarrollar un Jardín de infantes, la Guardería, la Mutual (Caja de Ayuda Mutua), la Editorial, la Universidad Popular, el Museo de Ciencias Naturales, el Centro recreativo y “colonia de vacaciones” en Villa Gobernador Gálvez y hasta un Observatorio Astronómico, instalado en el séptimo piso de su moderno edificio, innovador para la época ya que la construcción preveía la integración y articulación de los espacios que la conformaban. Contando con miles de socios, a principios de los años 70 se inauguraron, además, la escuela primaria y la secundaria.
La gran crisis económica de Argentina en los años 74 y 75 impactó negativamente y de modo inexorable en la institución, que seguía vendiendo su rifa en cuotas accesibles pero, debido a la incontrolable inflación y a la enorme devaluación del peso, no pudo hacer entrega de los bienes previamente convenidos, arrojando un pasivo irrefrenable, por primera vez en 15 años de éxitos comerciales. Así la mañana del 25 de febrero del año 1977, bajo el argumento de una intervención que daría lugar a la normalización financiera, un operativo cívico, militar y policial tomó las instalaciones, clausurando los servicios y actividades socioculturales, iniciando una época de saqueo patrimonial y expropiación de bienes junto a la persecución política e ideológica a socios y vecinos. En mayo de ese año tuvo lugar la detención ilegal y desaparición forzada de 8 miembros de su comisión directiva.
El relato de la historiadora y los espacios que se abrían ante las escaleras que trajinaban los estudiantes de la FCEDU, iban exponiendo las huellas de los tiempos oscuros del abandono y el vaciamiento, así como los fragmentos recuperados hoy de la etapa anterior: objetos e imágenes fotográficas que muestran a las claras la inserción de la Biblioteca en el barrio, la apropiación colectiva y el disfrute de los vecinos, la gran afluencia de público durante las iniciativas y actividades desplegadas en su solidaria vida institucional.
Por ello y para hacer honor a esa historia, no puede dejar de apuntarse que a partir de la apertura democrática, tuvo lugar una incansable lucha para que el Estado provincial restituyera las propiedades a la Vigil. En 2004 se conformó la Asamblea de recuperación de la Biblioteca Popular Vigil, aunque recién en diciembre de 2013 se concretó la devolución de los bienes muebles e inmuebles.
Por último, entusiasmado por en este juego de luces y sombras, el grupo de Comunicación y Cultura conoció los sótanos de la institución (cuyos usos durante la intervención estatal aún hoy se siguen investigando) y también la acogedora y luminosa sala auditorio-teatro ya restaurada, donde sobrevinieron reflexiones acerca de que la lucha por la recuperación de la memoria siempre va en estrecha relación con la construcción de una identidad, que ésta solo puede experimentarse y pensarse (tanto en lo individual como en los distintos colectivos que habitamos) dentro de historias que, así, sin mayúsculas y mirada desde diversos plurales, nos constituyen y enlazan en solidaridad con otros.