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Cuando el teatro sucede en todas partes

El teatro abrió la puerta para liberar pensamientos, preguntas y emociones en el marco del Ciclo Cultural propuesto por el Programa Universitario de Prácticas Integrales en Cárceles (PUPIC), integrado por los equipos extensionistas del Área de Comunicación Comunitaria de la Facultad de Ciencias de la Educación y de la Facultad de Trabajo Social de la UNER | La Compañía de Teatro Penitenciario de México visitó la Unidad Penal Nº 1 para presentar una obra testimonial que narra la realidad de tres hombres que estuvieron privados de su libertad, y Julieta Liwski, con su show de títeres, teatro y circo sobre la amistad y los vínculos, estuvo en la Unidad Penal Nº 6

 

Por Lucrecia Pérez Campos, integrante del Área Comunicación Comunitaria
Fotografías de Verónica Spahn y Ana Rodas

“Hay un espacio vacío, alguien lo cruza mientras otro lo contempla; esto es todo lo que hace falta para que empiece el teatro”. (Luis de Tavira, El espectáculo invisible. Paradojas sobre el arte de la actuación).
El teatro sucede en todas partes; no necesita un escenario imponente, una platea repleta, ni luces y sonido de última tecnología.
El teatro sólo necesita un espacio y personas vivas que acuerdan en compartir la más bella de las “mentiras”, ese artificio maravilloso de asomarse a otros mundos, muy cercanos o muy lejanos.
En mayo asistimos una vez más -en el Ciclo Cultural y gracias al Festival de Teatro Callejero «Corriendo la coneja»– a esta experiencia en las Unidades Penales de Paraná, escenarios despojados de todo menos del fuego sagrado del teatro.
Por un lado, actores, actriz y sus títeres, maquillaje, ropa de colores, un teatrillo; del otro lado –muy cerca- personas privadas de su libertad, estudiantes, docentes entregadas al convivio. Atención extrema, identificación, risas, comentarios por lo bajo, aplausos sostenidos y preguntas formuladas desde adentro.
Los actores mexicanos aprendieron a hacer teatro en la prisión de Santa Marta y convirtieron su vida en libertad en una forma de devolver y compartir con otros esa magia.
La titiritera cordobesa desplegó su mensaje de amistad en un ámbito que la interpelaba personalmente, despidiéndose muy emocionada de ese público que viajó con ella hasta la China, ida y vuelta.
Desde el PUPIC, propuesta de extensión universitaria, tenemos ese privilegio: vivir el ritual del teatro en los márgenes, junto a espectadores y espectadoras únicas, en una tremenda fiesta.
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