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Chiqui González: «La política es poética»

En el marco de la 2° Jornada de Gestión Cultural «Experiencias transformadoras en gestión cultural», visitaron la FCEDU la Ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe, María de los Ángeles «Chiqui» González, y Paulo Ricci, egresado de nuestra casa de estudios y actual Secretario de Desarrollos Culturales, dependiente de ese Ministerio en la provincia vecina | Compartieron sus perspectivas sobre políticas culturales desde la gestión pública y sobre los desafíos de esta época

Hay una emoción especial envolviendo el día. Unas remeras con la inscripción «Primera Promoción de Gestión Cultural», el mate circulando, una avidez por escuchar. Las clases ya terminaron y el año está cerrando para ésa, la primera promoción de la Tecnicatura en Gestión Cultural de nuestra Facultad, que hoy muestra con orgullo el cierre hecho remera. Es la 2° Jornada de formación e intercambio organizada por el propio estudiantado de la carrera.

Gabriela Bergomás, Decana de la FCEDU, acaba de anunciar la apertura de la cuarta cohorte y el auditorio respondió con un aplauso cerrado. Román Mayorá, el Coordinador académico de la TGC, también se detuvo en algunas palabras: «La apuesta que se hizo con esta carrera –resaltó– es académica, humana y política. Estamos intentando proyectar para el futuro una mejor realidad para el trabajo cultural. Creemos que los derechos culturales pero también los deseos y los sueños necesitan tanto de la creatividad como de la gestión y, por eso, apostamos a la formación y la organización de las personas que trabajan con y en la cultura«.

Cuando Chiqui González sube al escenario, además de agradecer el recibimiento, dice, antes que nada: «Gracias por esta Tecnicatura en Gestión Cultural».

 

Del circuito independiente a la gestión pública

Paulo Ricci fue estudiante de nuestra casa y se graduó como Licenciado en Comunicación Social. Se desempeñó como gestor cultural en la programación de Argentinos de Teatro y Literatura, en muestras de Cine Independiente, entre otras actividades. Desde 2015, es Secretario de Desarrollos Culturales en el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe.

«Nos parece algo para celebrar que desde la Universidad y desde la academia se ponga a la gestión cultural como tema de conocimiento, de estudio, de reflexión crítica y que se formen nuevos profesionales; sobre todo, en la gestión cultural pública, desde una universidad pública», subrayó Ricci para empezar, compartiendo además la alegría de volver a la Facultad de donde egresó.

Hace tres años acompaña la gestión de un Ministerio, «que es casi como pasar a formar una familia, con lo complicado que es formar una familia nueva –bromeó– y, además, con el placer y el desafío de sumarme a una gestión encabezada por Chiqui González que para muchos de nosotros ha sido durante muchos años de formación y de aprendizaje un horizonte en cuanto a lo que debían ser las políticas culturales públicas», expresó. En ese sentido, anticipó que hablaría como funcionario, pero también como un gestor cultural que, habiéndose desempeñado, fundamentalmente, en el ámbito del teatro, anhelaba ver el desarrollo de políticas estatales como las que ha impulsado la actual Ministra.

A continuación, hizo un punteo de los ejes que guían la gestión del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe donde resaltó la búsqueda de una compresión más amplia de la cultura, más allá de la que han contemplado tradicionalmente algunas gestiones culturales: esto es, «políticas culturales que ponen al ciudadano como protagonista y no solamente a los artistas» y en esa línea, el intento de «poner en valor todo lo que es cultura: la convivencia, la cotidianeidad. Que los acontecimientos culturales no sean sólo para quienes ya están en la cosa cultural».

«Otra línea programática que asumimos –comentó– es la generación de programas y espacios culturales perdurables, ejemplares, y en donde la belleza sea puesta como principal valor, como un derecho. Políticas culturales integrales, de calidad. Salir de la trampa a veces presupuestaria o a veces política en la que también suelen caer nuestras propias gestiones progresistas de que la cultura es lo último o lo penúltimo como derecho: la cultura, muchas veces, es un derecho que atraviesa un montón de otras políticas de Estado y está presente en las políticas de salud, de educación, de derechos humanos».

 

Un barredor de tristezas

María de los Ángeles «Chiqui» González ha dedicado su vida a trabajar en distintos ámbitos de la cultura, sobre todo en la ciudad de Rosario, donde nació y creció. Es actriz, directora y dramaturga; docente en la Universidad de Buenos Aires y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba.

Comenzó a desempeñarse en gestiones estatales en el año 1996 como Directora General del Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario. Llevó a adelante el proyecto «La ciudad de los niños” (1996 – 2001) y desde allí comenzó a gestar el diseño, marco conceptual y el equipo del reconocido proyecto «El tríptico de la infancia», integrado por tres espacios lúdicos creativos: «La granja de la infancia», «La isla de los inventos» y «El jardín de los niños».

Fue Secretaria de Cultura de la ciudad de Rosario y, a finales de 2007, asumió como Ministra de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe. Desde ese lugar, creó en la ciudad de Santa Fe «El tríptico de la imaginación», integrado por «La Esquina Encendida», “La Redonda – Arte y Vida Cotidiana« y “El Molino – Fábrica Cultural». Más recientemente, inauguró «El Alero – Nacer hasta los cien años»

«Venía con una conferencia sesuda pero cuando me contaron las materias que dan en la Tecnicatura, ya está, lo dieron todo. Pienso que quizás quieran escuchar experiencias propias pero desde ya les advierto que yo no creo en la experiencia separada del concepto. Yo estoy ávida de pensar esta época y pensar qué podemos hacer desde la cultura», comentó para empezar. En ese sentido, resaltó que «no se puede ser un administrativo de la cultura», en relación a otras currículas de formación que sólo apuntan a una profesionalización técnica de la gestión cultural.

«Más que desesperanzada estoy furiosa», confesó Chiqui González, que en sus devenires característicos eligió, entonces, dejarse guiar por una letra de Silvio Rodríguez –y hasta se animó a cantar un fragmento: «Si me dijeran pide un deseo / Preferiría un rabo de nube /  Un torbellino en el suelo / Y una gran ira que sube / Un barredor de tristezas / Un aguacero en venganza /  Que cuando escampe parezca / Nuestra esperanza». Inmediatamente, dijo: «Entre esa esperanza, y lo digo de corazón y sin ninguna demagogia, están todos ustedes. Que se sienten en cualquier despacho de cualquier secretaría o ministerio de cultura y digan ‘esta programación no va’, que sepan leer el territorio, la gente, que no crean que la masividad es lo único que existe, que no crean que el hombre, propietario, buen mozo, maduro es lo único que nos importa».

Entonces lanzó uno de sus habituales comentarios desenfadados, que luego continuaría con duras críticas al sistema de educación: «A los ancianos los tiene desarrollo social. Las mujeres, desarrollo social. Los niños y los jóvenes, desarrollo social; con lo cual yo le digo a desarrollo social: vos nos dejás los hombres maduritos, buen mozos y pudientes, te lo agradezco muchísimo. Ése es un Estado del siglo XIX que lo inventó el capitalismo. Todo lo otro de Foucault fue a parar a desarrollo social. ¿Cómo van a desarrollar lo social sin cultura? ¿Sin simbolización, sin rituales, sin valores? ¿Cómo a la escuela se le va a ocurrir transmitir el conocimiento, como si el conocimiento no fuera parte de la cultura?», se preguntó.

«Hay un gran error, que no es un error, es un esquema de codicia capitalista –y perdónenme los que estudian Educación: en 30 años el sistema de educación tendrá que ser más amplio. Va a incluir a las vecinales, los centros de distrito, los centros de salud, los medios, y se va a aprender –como ahora– se aprende en todas partes», sentenció Chiqui Gonzaléz. A continuación, dio pie, entonces, a la narración de su experiencia personal que «empieza con el juego de las P», advirtió.

«Yo empecé dirigiendo un centro cultural. No quería ser funcionaria, quería ser una sabia vieja que integrara las comisiones de derechos humanos. Un día estaba en Cuba, dando clase de guión cinematográfico, y me llama Miguel Lifschitz, en ese momento, intendente de la ciudad de Rosario y me dice que vuelva y me haga cargo de la Secretaría de Cultura. Le dije que estaba loco pero el lunes llegué, me puse un saquito color naranja y me fui a asumir. Un amigo, entonces, me dijo: toda tu carrera no te sirve, te vas a tener que aprender todas las P. La primera semana me sentía una mariposa gorda que chocaba contra las piedras de un río y sangraba, de corte de cinta en corte de cinta y en un estado de desesperación total», sintetizó González con maestría de humorista.

Así empezó el juego de las P: la Chiqui se dio cuenta de que poder, padre, planificación, preguntas, problemas, presupuesto, partido, pobreza, provincia, patria, participación, privilegios, pasado, presente y porvenir –»que como tenemos tanto miedo de que no venga, le decimos mañana»– y políticas públicas, son con P. «Decir política pública es absolutamente redundante, ¿hay política privada? Eso es lobby, no es política», arrojó la Ministra. Así, siguió enumerando infinitas palabras con P.

«Después me di cuenta de que yo, en realidad, me debía a la C», asumió González, reconociendo que además de ser la inicial de su sobrenombre –»que, como me decía mi mamá, parece de cantante de tango frustrada», confesó– es la inicial de la cultura para la que tenía que trabajar. «Las políticas públicas son con C: cultura, cuerpo, ciudad, comunidad, combatiendo, compartir, consenso, cruel, cinismo, cuna, cooperación, cielo, calle, cariño, comprensión, creación –y otras infinitas palabras que enumeró– son con C; entonces yo seguí con la C». En síntesis: «¿Se dan cuenta de por qué entre la P y la C hay que hacer un Ministerio?», preguntó, cerrando el juego.

Foto: Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe

Hermes Binner le ofreció en 2007 ser la Ministra de Educación de su gestión. Ella se negó y propuso el Ministerio de Cultura; desde ese momento, está al frente de la cartera: «Vas a ser Ministra de Cultura si lográs con la Cultura cambiar la Educación», dice que le dijo Binner. «La educación transmite la cultura, la niñez abre las puertas del espacio público. Si el ciudadano es protagonista en serio necesita infraestructuras donde aprender, donde volver a festejar los cumpleaños, los casamientos, donde hacer huertas comunitarias, donde la belleza prime y estén las muñecas más hermosas de este mundo que no se consigan en ninguna juguetería y que no tengan los hijos de ningún funcionario», subrayó enfáticamente Chiqui González, volviendo sobre la idea de que «la política es poética».

«Yo me encontré con cuatro tipos de cultura y me peleé con todos: la cultura de élite, la cultura de vanguardia, la cultura popular y la cultura de masas», compartió González explayándose sobre los desafíos de cada una. Después, volvió sobre la lógica de la gestión estatal en torno a la dupla dador-beneficiario: «Hasta que no cambie eso, no hay manera de hacer una cultura revolucionaria o auténticamente popular, porque eso significa compartir el poder: la forma en que hagamos las cosas es la política misma. No hay libertad humana que no esté unida a un cuerpo y un territorio. No hay existencia que no sea corporal, por lo tanto, los derechos son saltos, abrazos, sueños, hijos, ritos, trabajos, ropa cosida, modas, pequeñísimos detalles que nos cambian la vida. La cultura es eso: el aparato mediador entre el hombre biológico y el mundo, que es lo que entendemos por mundo. El capitalismo nos rompió el entre. Si no hay amor, si no hay derecho a la felicidad y si no hay reconocimiento del otro como un ser otro, no hay cultura ni vida perdurable«.

Para terminar, Chiqui González mencionó «los cinco ejes de la cultura»: «tiempo, espacio, cuerpos, objetos y fenómenos y acción/cambio/movimiento/transformación/revolución. Si le tienen miedo a la palabra revolución porque suena a sangre no la digan. Ahora, no se conformen con cambio porque el cambio es muy amarillo».

Seguir leyendo | ¡Se fue la segunda!: Se llevó a cabo la 2° Jornada de Gestión Cultural de la FCEDU

 

Fecha: 4/12/18

 

 

 

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